miércoles, 18 de enero de 2012

El paraguas de William

Por Marina Echanove

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El paraguas es un complemento adjunto al que no damos la importancia que merece por dos razones: lo usamos poco y no va tan pegado a la persona como para merecer ser parte del outfit. Aun así, sigue siendo un complemento y reivindico un poco más de interés en su elección.
                        

Uno debería tener un paraguas siempre reservado. Y escondido de los hijos. Los señores uno negro y las señoras uno moderno y que combine con todo. Si no quieres arriesgarte, elige uno en tono neutro, nunca demasiado claro; negro solo si es de charol, porque si no, parece del marido y se nota que no te lo has currado mucho; admite un lunar, un cuadrito o una raya, pero no mucho más a no ser que tu estilo sea más bien divertido y colorista. El paraguas vitaminado estilo Ikea solo se puede usar si vas en familia.
El paraguas siempre tiene que estar en perfectas condiciones. Si una varilla está quebrada, o se ha desenganchado el tejido, la mejor opción es mojarse antes de salir con el complemento achacoso. Si has olvidado el paraguas y solo tienes a mano el de princesa de tu hija, valora también si es mejor mojarte, en caso de ser el padre de la niña, definitivamente mojarse es la única opción.
En España tenemos poca cultura de lluvia y nos bloqueamos cuando llueve; en las aglomeraciones de paraguas, no sabemos muy bien como proceder. Lo que sí esta claro es que si nos encontramos a alguien sin paraguas no esperamos a invitarle, le cubrimos directamente. El sujetador del paraguas (es decir, la persona que lo sujeta) tiene que ser generosa y atenta porque es frecuente el acto reflejo de traerlo hacia ti y que el otro acabe finalmente calado.
Hace 3 días los duques de Cambridge acudían en Londres al estreno de War Horse con sus mejores galas: ella con vestido largo de encaje y él con esmoquin. Toda la prensa se hacia eco de lo elegantones que iban, pero nadie reparaba en el paraguas que sujetaba William. El paraguas real era de tipo huevo, demasiado pequeño para que pudieran caber dos personas, con lo cual la pobre Kate iba todo el rato con la gota sobre la coronilla. El paraguas real era transparente y las gotas de lluvia le aportaban un vaho grisáceo de aspecto contaminado. Lo primero que pensé al ver el paraguas fue: “es de la hija del chófer”, luego rechacé tan mal pensamiento porque no me cuadraba en absoluto que una pareja tan fashion, tan protocolaria y tan forrada hubiera dejado escapar un detalle tan importante en un país donde llueve el 90% de los días del año.
Investigo. Me entero de que el tal paraguas es el favorito de la reina Elizabeth, que tiene una colección del mismo modelo para cada ocasión según el color; que de huevo nada, que posee un nombre de mucha mas categoría : “Birdcage”, que tiene un mecanismo comodísimo y patentado y que la gracia de su forma de cúpula es que puedes ser visto y ver a los demás sin ningún problema. Conclusión, las percepción de las cosas cambia según cómo se miren.
Querido William no seré yo quien contradiga el gusto de tan digno representante de la legendaria elegancia inglesa; si decidiste llevar el paraguas de la abuela estoy segura de que fue una decisión pensada y meditada, nunca fruto del azar o de las prisas, pero a pesar de todo sigo pensando que elBirdcage es un paraguas de mañana, aparte de tener su punto egoistilla. Opino que con un clásico paraguas negro y amplio hubierais estado fantásticos. No obstante, teniendo en cuenta que sois las royal celebrities más célebres de todas, no me extrañaría nada que marcarais tendencia. Porque, al fin y al cabo, así es como se escribe la moda.

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