viernes, 9 de marzo de 2012

Las mejores y peores vestidas del Oscar 2012.

De Marina Echanove
  • Es difícil no ser elegante en la alfombra roja, un vestido largo y un tejido rico, por definición, visten. Muy zoqueta tiene que ser la que no lo consiga.

                                

    Aunque también las hay, como puede ser el caso de Cameron y Jennifer con sus vestidos mega stretch tratando de arañar los últimos cartuchos; o el de Angelina que no paraba de hacer contorsionismos muy raros para que todo el mundo se coscara de donde estaba la gracia de su vestido.


    Sin necesidad de cantes hondos, urge que las actrices busquen nuevas formulas para distinguirse del resto. La línea sirena sabemos de sobra que funciona, el escote palabra de honor también, los recogidos y los pliegues, las asimetrías, las gasas, los lamés y las pailletes... Pero ¿hay vida detrás de todo esto? ¿hay esperanza detrás de esta monotonía injustificada de los vestidos de noche?



    La respuesta es sí.



    Dentro de este desierto inanimado y sin necesidad de extravagancias, Gwyneth Paltrow ha demostrado que nada mejor que una oposición frontal al lujo para resultar novedosa. Gwyneth parecía una princesa interespacial con su vestido minimalista. La clave de esta tendencia, a la que auguro mucho futuro, está en la línea; para lograr esa imagen depurada que reivindica el minimalismo, Gwyneth no ha necesitado más que pocas costuras, un tejido con cuerpo, una ligera asimetría del escote que ni compromete ni molesta, un color futurístico, cero gramos de más y por supuesto, esa capa, única en la alfombra roja, y por tanto, un valor añadido.

    El otro vestido merecedor de elogios es el de Emma Stone. Muy básico, pensará la mayoría. Sin embargo Emma arriesga y prescinde del infalible escote para adaptar a la noche un clásico de mañana, como es la blusa barroca de lazada al cuello. Un tono de rojo, además, fino, discreto y bastante favorecedor.
                                  

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